Con un Donald Trump reclamando resultados en el combate al narco, el Gobierno de Claudia Sheinbaum busca equilibrar las negociaciones poniendo el tráfico de armas sobre la mesa

El Gobierno de México ve en el combate al tráfico de armas desde Estados Unidos una de las claves para frenar la violencia generada por el narcotráfico. Una postura no del todo compartida por la administración de Donald Trump, quien insiste en señalar la crisis de inseguridad del país como una amenaza para el suyo.

El pasado martes, Trump declaró que, si bien mantiene una buena relación con el Gobierno de Claudia Sheinbaum, "creo que México está dirigido en gran medida por los cárteles del narcotráfico". Insistiendo, como lo hizo durante su primer mandato, en que EU puede "ayudar" a solucionar este problema.

Los señalamientos de Trump se dan a meras horas de las primeras reuniones que su equipo tendrá en Washington con los secretarios Marcelo Ebrard, de Economía, y Omar García Harfuch, de Seguridad.

Programadas para hoy jueves para discutir las medidas ante el plan arancelario aplazado para inicios de marzo.

La amenaza arancelaria llegó acompañada de la declaratoria como organizaciones terroristas de seis cárteles mexicanos: el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación, la Familia Michoacana, el Cártel del Golfo, el Cártel del Noreste y Cárteles Unidos. Medida que entra en vigor, también, este jueves tras el anuncio del Departamento de Estado.

En este contexto, el Gobierno de Sheinbaum mantiene la respuesta al reclamo de Trump: para bajar el tráfico de drogas desde México, EU debe atender su consumo y, particularmente, detener la venta de armamento a las organizaciones criminales. Una reafirmación de la postura que asumió Andrés Manuel López Obrador.

Tan es así que el próximo 4 de marzo la Suprema Corte de EU realizará la audiencia por la demanda que México interpuso en 2021 contra ocho fabricantes y vendedores de armamento. Uno de dos litigios iniciados el sexenio pasado como parte de la estrategia para combatir los recursos de los cárteles.

El caso fue reforzado en enero con datos del Departamento de Justicia como que, entre 2017 y 2023, licenciatarios federales transfirieron al público 106 mil 763 armas de fuego. En ese periodo, las solicitudes de rastreo hacia México aumentaron y el armamento localizado en territorio nacional se incrementó en un 63 por ciento.

El 74 por ciento de las armas rastreadas en México tenían como origen los estados de Texas, Arizona o California. Al mismo tiempo, el 81 por ciento fue recuperado en una entidad mexicana con presencia dominante de los cárteles de Sinaloa o Jalisco, o ambos, identificados como las dos principales organizaciones en cuanto a la compra de armamento.

Lo cierto es que la tarea de contener la venta de armamento se presenta como demasiado grande para las autoridades mexicanas e incluso para las estadounidenses. De acuerdo con el Buró de Tabaco, Alcohol y Armas de Fuego (ATF, por sus siglas en inglés), hay 13 mil 617 distribuidores legales tan sólo en los cuatro estados fronterizos de EU.

La magnitud de la distribución de armas se explica no sólo por el amparo legal que implica la Segunda Enmienda a la Constitución, que permite a los ciudadanos su portación, sino también por la potencia de la industria armamentística y la influencia de su lobby político, representado por la Asociación Nacional del Rifle o NRA.

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