Es mi opinión.
Javier Alberto Gutiérrez Vidal
“Maestro del engaño”, es como la historia ha calificado a Mark William Hofmann, nacido en Salt Lake City, estado de Utah en los Estados Unidos de Norteamérica a mediados de los años 50s del siglo pasado, quien fue un famoso falsificador, estafador y asesino. Es considerado como uno de los falsificadores más hábiles de la historia, destacando especialmente por su creación de documentos relacionados con la historia de la creación de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, también conocidos como mormones .
Cuando su engaño fue descubierto, fabricó sendas bombas con las que cometió dos homicidios, primero, en el centro de Salt Lake City, la sorpresiva explosión de una bomba acabó con la vida de un consultor financiero y coleccionista de artefactos mormones que representaba un peligro para sus intereses, Steven Christensen. Una hora después, en un pueblo cercano, el otro explosivo mató a la esposa de un antiguo empleador de la primera víctima.
Tal es la historia generada por este individuo, que el 3 de marzo de 2021, la empresa de entretenimiento Netflix estrenó una miniserie contando su historia como delincuente y estafador único.
Y viene a mi mente esa fama del gran engañador después del inicio tan desafortunado del autollamado “segundo piso de la cuarta transformación”, y me queda claro que Andrés Manuel López Obrador es nuestra versión mexicana del maestro del engaño, y con él, Claudia Sheinbaum y su pandilla de los maestros del engaño.
Por 18 años engañó a los mexicanos recorriendo todos los rincones del país afirmando que solo contaba con 200 pesos en la bolsa y un par de zapatos, y que como si fuera profeta en trayecto, solo comía en donde la gente buena lo invitaba. Nadie, pero nadie en estos tiempos puede realizar 18 años de campaña electoral en la miseria que afirmaba vivir, algún día se conocerá con certeza la fuente de financiamiento.
En su idea de obtener el voto popular a través del engaño, impulso constantemente una división social, por un lado, colocó a la gente que tenía una vida clasemediera o alta económicamente como fifis, señalandolos como enemigos del resto de los mexicanos, que para su suerte los más, a los que llamó pueblo bueno y sabio, con cual dijo identificarse en su forma de vida. Pero una vez llegando a la presidencia de México, su real forma de vida se descaro, vistió ropa fina y calzado de marca, vivió en un palacio, disfruto y sigue disfrutando de toda la protección que las fuerzas militares de este país le puedan dar, su familia viaja pomposamente en primera clase a lo largo y ancho del mundo, sin comprobar una forma honesta de vivir.
López dijo que acabaría con la corrupción, y que la mejor manera de enfrentarla sería “barriendo las escaleras de arriba para abajo”, en otras palabras, que si el presidente era honesto también lo serían los demás funcionarios públicos de su gobierno. Otro engaño más, la corrupción no se terminó, sino que hoy en día, después de más de 6 años de gobiernos morenistas, los casos de corrupción son cada vez más, incluso sus hijos se ven envueltos en una gran red de tráfico de influencias.
Morena aplica aquel viejo y conocido refrán mexicano: “hágase justicia, pero en los bueyes de mi compadre”, de tal manera, que, si el corrupto no pertenece a su clan, procede todo el rigor de la ley, para que sea ejemplo, pero si es miembro de la pandilla, no habrá proceso sancionatorio.
Ahí tenemos otro ejemplo del engaño morenista en lo ocurrido en la Cámara de Diputados en pleno día 25 de marzo, cuando en todo el mundo se conmemora el día para concientizar y combatir la violencia de género los diputados morenistas, aliados y priistas votan por no quitarle el fuero al diputado Cuauhtémoc Blanco, para que fuera investigado por l…
Gracias
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