EN OPINIÓN DE:
HÉCTOR ALFREDO GUTIÉRREZ VIDAL


El fútbol mexicano atraviesa una crisis estructural. Lejos de avanzar con paso firme hacia un modelo competitivo y sustentable que fomente el talento nacional y garantice el desarrollo del deporte en todos sus niveles, el sistema actual se encuentra secuestrado por intereses particulares.

Los dueños de los equipos de la Liga MX han monopolizado la toma de decisiones claves que afectan no sólo el presente, sino también el futuro del balompié nacional. Entre esas decisiones están el manejo del calendario, el sistema de ascenso y descenso, el número de jugadores extranjeros permitidos, y la participación en torneos internacionales tanto a nivel de clubes como de selecciones.

Esta situación ha generado un ecosistema donde el desarrollo de nuevos talentos es casi imposible, los equipos de divisiones menores no tienen oportunidades reales de competir por un lugar en la máxima categoría, y la afición ha comenzado a distanciarse ante la evidente falta de meritocracia y transparencia. Ante este panorama, se hace urgente una reestructuración radical del fútbol mexicano.

Una transformación que coloque al deporte y al país por encima de los intereses de unos cuantos empresarios. Este ensayo propone la creación de una nueva Federación Mexicana de Fútbol, independiente del control de los dueños de los clubes, con mecanismos estatales que garanticen su funcionamiento justo, democrático y orientado al desarrollo.


1. El poder excesivo de los dueños: una barrera al desarrollo

Actualmente, los dueños de los equipos de la Liga MX tienen un control absoluto sobre decisiones fundamentales: el calendario de competencias, la eliminación del ascenso y descenso, el número de jugadores extranjeros, y la participación en torneos internacionales. Este poder desmedido ha provocado una parálisis estructural que impide cualquier avance real.

Al priorizar sus intereses económicos, los dueños han eliminado la competencia justa, como lo demuestra la suspensión del ascenso y descenso, una medida que protege a los equipos con bajo rendimiento y margina a aquellos con potencial pero con menos recursos. Además, el aumento desmedido de jugadores extranjeros ha desplazado a los jóvenes mexicanos, cerrándoles la puerta al desarrollo profesional.

El calendario, diseñado con fines comerciales, perjudica los procesos deportivos y los compromisos internacionales se eligen con base en criterios financieros, particularmente favoreciendo la realización de partidos en Estados Unidos, lo que resta competitividad y equidad.

Esta concentración de poder no sólo ha estancado el nivel del fútbol mexicano, sino que ha generado un desencanto generalizado en la afición, que percibe un deporte sin justicia, sin sorpresas y, sobre todo, sin futuro.


2. La intervención del Estado: por una Federación realmente independiente

Frente a este panorama, resulta indispensable que el Estado mexicano intervenga de manera directa para reorganizar el sistema del fútbol profesional. Esta intervención no debe ser vista como una amenaza, sino como un acto de responsabilidad institucional que garantice el desarrollo de un bien social como lo es el deporte.

La propuesta consiste en la creación de una nueva Federación Mexicana de Fútbol Independiente, donde los dueños de los equipos no tengan derecho a voto en las decisiones estructurales, especialmente aquellas relacionadas con calendario, ascenso y descenso, reglas de competencia, y participación internacional. Esta Federación estaría conformada por representantes elegidos de manera democrática entre entrenadores, exjugadores, árbitros, representantes de ligas inferiores, académicos en ciencias del deporte, periodistas reconocidos que no tengan nexos con medios de comunicación propietarios de equipos, como pudieran ser TELEVISA y Televisión AZTECA, así como  autoridades del gobierno federal y estatal con conocimiento del tema.

Este modelo garantizaría que las decisiones se tomen con base en criterios deportivos, sociales y de desarrollo, y no en intereses económicos individuales. Además, se establecerían mecanismos de rendición de cuentas y transparencia, con auditorías públicas y una fiscalización permanente de sus recursos y actividades.


3. Expropiación y reinversión: equipos que no se alineen al nuevo modelo


Un punto clave de esta reestructuración es la posibilidad de que la Federación, con el respaldo legal del Estado, pueda expropiar a aquellos equipos que se nieguen a formar parte del nuevo modelo. Esta expropiación se haría bajo los principios de utilidad pública y sería compensada conforme a la ley, respetando el valor comercial de cada club.

Los equipos expropiados serían puestos en venta, dando prioridad a inversionistas nacionales comprometidos con los principios de la nueva Federación. En caso de no encontrar interesados locales, se abriría la venta a inversionistas extranjeros que acepten y firmen un acuerdo de alineamiento con las nuevas reglas del sistema.

Esto garantizaría una renovación del capital que, además de dinamizar la competencia, permitiría sanear las finanzas del fútbol nacional y democratizar el acceso a la inversión.

Esta medida, aunque radical, enviaría un mensaje claro: el fútbol mexicano ya no estará secuestrado por intereses individuales. Se abre paso a un modelo en el que el deporte es una responsabilidad compartida, con beneficios para toda la sociedad.


4. Protección de los intereses comerciales legítimos de los propietarios

Esta reestructuración no pretende despojar a los actuales propietarios de sus derechos legítimos. Aquellos que acepten integrarse al nuevo sistema seguirán teniendo todos los beneficios económicos que su negocio les genera: derechos de transmisión, patrocinios, venta de jugadores, ingresos por boletaje y productos oficiales, entre otros.

Lo único que cambia es su rol en la toma de decisiones estructurales, que pasará a un organismo verdaderamente autónomo y orientado al desarrollo integral del fútbol mexicano. En este nuevo esquema, los propietarios podrán enfocarse en la administración eficiente de sus clubes, en el desarrollo de infraestructura, academias, marketing y demás aspectos empresariales que complementan al aspecto deportivo.

5. El regreso del ascenso y descenso: mérito, justicia y dinamismo

Una de las reformas más urgentes es el restablecimiento del sistema de ascenso y descenso, pero no como estaba antes, sino con un modelo mejorado: dos equipos descenderán de la Liga MX cada temporada y dos equipos de la Liga de Expansión ascenderán. Esta medida devolverá la competitividad al torneo y castigará la mediocridad.

Con ello, los equipos de divisiones menores tendrán una verdadera motivación para invertir en infraestructura, talento joven y cuerpo técnico. La meritocracia volverá a ser el eje del sistema, y los aficionados verán recompensada la pasión por sus equipos, sabiendo que el sueño de llegar a la primera división está de nuevo al alcance.

Además, el descenso volverá a poner presión sobre los clubes de la Liga MX para mejorar su rendimiento deportivo, terminar con los proyectos mediocres y evitar la complacencia institucional que ha caracterizado a muchos equipos durante años.


6. Una sola temporada anual: campeonatos de verdad

La actual estructura del fútbol mexicano divide la temporada en dos torneos cortos, con una “liguilla” que privilegia el espectáculo pero no premia al mejor equipo del año. Este sistema ha desvirtuado el sentido del campeonato y ha provocado que, en muchas ocasiones, el equipo más regular del torneo quede fuera del título por un mal día en la liguilla.

La nueva Federación deberá implementar una temporada única por año, en la que el equipo que termine en primer lugar al final del torneo sea declarado campeón nacional. El campeón y el subcampeón obtendrán su pase directo a la Liga de Campeones de CONCACAF, incentivando así el rendimiento sostenido durante toda la temporada.

Este modelo, que ha funcionado exitosamente en las ligas más importantes del mundo, como la Premier League, LaLiga o la Bundesliga, fortalece la seriedad del campeonato, genera mayor compromiso de los clubes y aumenta la emoción jornada tras jornada.


7. Copa nacional inclusiva: el talento escondido y la magia del fútbol


Otra de las grandes propuestas es la creación de un torneo de copa nacional en el que participen equipos de todas las divisiones profesionales y semiprofesionales de México, emulando el formato de la FA Cup de Inglaterra.

Este torneo otorgaría los otros dos lugares para la Liga de Campeones de CONCACAF, lo que significaría que un equipo de tercera o segunda división podría, teóricamente, disputar un boleto al Mundial de Clubes. Esto generaría una revolución en el interés del público, aumentaría la visibilidad de equipos pequeños, y permitiría descubrir talentos que hoy juegan en el anonimato por falta de vitrinas competitivas.

Además, este torneo podría celebrarse a lo largo de todo el año en fechas estratégicas, garantizando una convivencia real entre todos los niveles del fútbol mexicano. Se abrirían oportunidades para futbolistas, entrenadores, árbitros, y comunidades enteras que viven el fútbol con intensidad pero carecen de canales de proyección.


8. Torneos internacionales: reciprocidad, no ventaja para unos cuantos

Actualmente, la mayoría de los torneos internacionales amistosos y oficiales en los que participa la selección mexicana y muchos clubes nacionales se realizan en Estados Unidos. Aunque esto se ha hecho con fines comerciales, genera una desventaja deportiva notable, ya que los equipos estadounidenses juegan como locales prácticamente siempre.

La nueva Federación debe exigir que estos torneos se jueguen bajo un sistema de reciprocidad, donde cada país juegue partidos en casa y de visita. Esta medida no sólo nivelaría las condiciones deportivas, sino que permitiría que el público mexicano disfrute en casa de partidos de alto nivel, aumentando el interés local, el consumo y el arraigo con la selección y los clubes.

Además, se evitaría la “americanización” del fútbol mexicano y se reafirmaría la identidad del fútbol nacional, fortaleciendo la infraestructura y la logística deportiva del país, y dándole más peso a México como sede potencial de grandes torneos internacionales.

Conclusión

El fútbol mexicano necesita una reestructuración profunda, valiente y sin concesiones. El sistema actual, controlado por intereses empresariales que subordinan el desarrollo deportivo a la ganancia inmediata, ha demostrado ser ineficiente, injusto y perjudicial para el futuro del balompié nacional.

La creación de una nueva Federación Mexicana de Fútbol, independiente y con el respaldo del Estado, es una oportunidad histórica para recuperar la esencia del deporte, democratizar sus beneficios y convertirlo en una plataforma de desarrollo nacional.

Con un sistema de ascenso y descenso justo, un campeonato de temporada única, un torneo de copa incluyente, y una política internacional equitativa, México puede aspirar no sólo a competir, sino a liderar el fútbol en América y en el mundo.

Autor: HÉCTOR ALFREDO GUTIÉRREZ VIDAL
Mexicali, Baja California
26 de mayo de 2025
Titulo: Una nueva era para el fútbol mexicano: hacia una reestructuración profunda de la Federación Mexicana de Fútbol.

Fuentes:
Aristegui Noticias – “Los dueños del balón: cómo se gobierna el futbol mexicano”.
Alberto Lati – “Latitudes del balón” (Columnas en Milenio)
Artículo Académico: “La concentración del poder en el futbol mexicano” Revista Mexicana de Sociología del Deporte, UNAM.
El Universal – “La FMF: Sin transparencia ni democracia real en sus decisiones”
Reforma – Investigaciones sobre el uso de recursos públicos en estadios de clubes.
Animal Político - ¿Puede el Estado expropiar equipos de futbol”
FIFA – “Promoción y descenso: pilares del futbol competitivo”
Marca Claro – Reportaje: “La abolición del descenso: ¿Retroceso o protección?”
BBC Sport – Why Europe’s top leagues use one long season”
La Jornada – “El torneo mexicano, diseñado para la televisión”
Proceso – “El fútbol olvidado: talento en divisiones inferiores”
Milenio Deportes – “¿Por qué México juega siempre en Estados Unidos?”
 

 

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