Es mi opinión
Javier Alberto Gutiérrez Vidal
En
mi artículo de la semana pasada, daba cuenta de cómo en 1989 en Baja
California se había dado la primera gubernatura en la historia de México
emanada de la oposición al entonces eterno y totalitario régimen
priista, pero, lo más relevante, y es lo que hoy trataré de recordar
puntualmente, fueron un par de aportaciones a la democracia nacional
logradas desde un gobierno diferente al que históricamente se había
tenido.
Recuerdo como, el 14 de marzo de 1976 al cumplir la
mayoría de edad, en compañía de varios compañeros de clase en la Escuela
de Derecho de la Universidad Autónoma de Baja California, acudí a las
instalaciones de la llamada Comisión Electoral, ubicadas en el segundo
piso del ya desaparecido Mercado Municipal de Mexicali, con la intención
de registrarme y poder votar en las elecciones federales a celebrarse
el domingo 4 de julio del mismo año. Para mi sorpresa, con solo mi
dicho, una servidora pública sentada ante una máquina de escribir
mecánica, anoto los datos que yo le di en un pedazo de hoja de papel,
con su respectivo papel carbón para obtener una copia, así, sin
corroborar documentalmente algo de lo dicho, entregándome la original
como muestra de que quedaría en el registro de votantes de la elección.
En aquel entonces, con un método así iniciaba nuestra democracia, sin
seguridad, sin credibilidad.
Años después, se expediría una
credencial de cartoncillo, sin fotografía, solo con tus datos y tu
firma, presentándose como algo innovador porque ya tendrías un documento
que acreditaba tu ciudadanía.
Hacia las elecciones de 1991, ya
con el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el gobierno federal
anuncia con pompo y platillo que había llegado la credencial para votar
“con fotografía”, y lo resalto con comillas porque la realidad era muy
diferente a lo anunciado, pues si bien se trataba de una credencial
plástica, con un recuadro que decía foto, pero que realmente estaba en
blanco, y que tenía un espacio para firma que cada quien la podía
plasmar en la comodidad de su casa con un bolígrafo común y corriente,
si querías, pues como no había forma de cotejar la firma en la casilla
para votar respectiva, si estaba firmada no importaba. Y lo más
importante, como no era confiable, no era aceptada como identificación
oficial ni por el propio gobierno.
De ese tamaño la confiabilidad
de las elecciones en México a finales del siglo XX, por ello, cuando en
el gobierno emanado del Partido Acción Nacional (PAN) en Baja
California se anuncia que se estaba trabajando en la emisión de una
credencial para votar con fotografía, con elementos de seguridad y sobre
todo confiable, así como en un Padrón de Electores con todos los datos
contenidos en el registro y por consecuencia en la credencial, sabíamos
que venía algo bueno para la democracia.
Tras una minuciosa
planeación, prueba tras prueba, acuerdos y más acuerdos, finalmente el
20 de febrero de 1992, se reforma la Ley Electoral del Estado de Baja
California, para tener una credencial de elector propia del estado, y
que incluyó el modelo de la credencial, que contendría por lo menos los
datos registrales siguientes: nombre y apellido completos del ciudadano,
domicilio, sexo, fecha de nacimiento, año de registro, número de
credencial estatal de elector, clave del elector, fotografía del
elector, firma y huella. Dando con ello la confiabilidad necesaria para
ser utilizada en las elecciones estatales de ese mismo año. Con los
mismos datos, se habría de constituir, por primera vez en el país, un
listado nominal de electores que incluía no solo los datos de
identificación del ciudadano, sino también la firma y fotografía.
Es
así, como el 2 de agosto de 1992, se celebró la primera elección con la
utilización de una credencial estatal de elector con fotografía y con
listados nominales con imagen. Dándose paso a una nueva época en la
democracia al contar con elementos de confiabilidad.
Meses
después, cuenta el entonces Gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo
Appel, en una reunión con el presidente Salinas, le mostró la ya famosa
credencial con fotografía, quedando este muy impresionado no solo de
ella, sino del costo que tenía para el estado, que alcanzaba tan solo un
dólar americano, mientras que la federal anteriormente descrita 4
dólares. Es así como años después, ya se contó con la credencial federal
para votar con fotografía del entonces Instituto Federal Electoral
(IFE) hoy INE y el respectivo listado nominal con fotografía.
Como
final de esta importante historia cívica para todo México, en octubre
del 2006, mediante el decreto 252 del Congreso del Estado, Baja
California accede a derogar la credencial estatal de elector al
considerar que la credencial para votar expedida por el IFE reunía los
requisitos de seguridad que se buscaron con la credencial local.
Es
mi opinión, eh ahí un aporte de BC a la democracia en México, esta es
una muestra de cómo cuando se quiere mejorar en las condiciones para
vivir la democracia, todo es posible; si bien fue un gran esfuerzo,
incluso “un gasto enorme” dijeron algunos, haber dado este gran paso en
Baja California hace 33 años, abrió el camino para grandes cambios a
nivel federal.
Hoy que, con un gobierno autoritario apoderado a
la mala de los tres poderes federales, y de muchos locales, nuestra
democracia está seriamente amenazada, solo espero que recordar estos
cambios sirva para demostrar que ¡si se puede!, y como ciudadanos,
estemos listos para volver a dar pasos adelante en el 2027.
*El
autor es mexicalense, Licenciado en Derecho, Diputado Federal en la LVI
Legislatura, con experiencia en la función pública en los tres órdenes
de gobierno. Contacto: javiergutierrezv@hotmail.com
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Padre! 🎉👨👧👦💙 Hoy celebramos a esos papás que con amor, fuerza y
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